Doce mil kilómetros de caminos y denseros en solitario, a pie por la mística Ruta de la Seda: esta es la marcha que decide realizar Bernard Ollivier. Sus botas, un poco de dinero en el bolsillo, lo justo para no ser tentación para los ladrones, y su mochila le acompañan. Come y duerme donde puede, confiando en la hospitalidad de los habitantes de los pueblos que encuentra a su paso.
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